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STABAT MATER DOLOROSA


Stabat Mater dolorosa

Este himno  se encuentra en varios Misales europeos (pero no ingleses) del siglo XV, y no fue introducido al Breviario Romano y Misal hasta 1727. (Fiesta de los Siete Dolores de la Virgen asignada al viernes después del Domingo de Pasión. La fiesta de septiembre del mismo nombre emplea otros himnos en el oficio del breviario). En el breviario se divide en tres partes: en vísperas, "Stabat Mater dolorosa"; en maitines, "Sancta Mater, istud agas"; en laudes, "Virgo virginum praeclara".

La autoría del himno se ha atribuido al Papa San Gregorio I (Magno) (m. 604), San Bernardo de Claraval (m.1153), Papa Inocencio III (m. 1216), San Buenaventura (m.1274), Jacopone da Todi (m. 1306), Papa Juan XXII (m. 1334), Papa Gregorio XI (m.1378), de las que sólo son probables las de Inocencio III y Jacopone. El Papa Benedicto XIV da por hecho que es de Inocencio III y cita tres autoridades; Mone en sus notas y Hurter en su “Vida” también la atribuyen al mismo gran pontífice, Duffield lo rechaza expresamente en su "Latin Hymn Writers and their Hymns", y Mearns, en Julian "Dictionary of Hymnology", cuestiona la atribución. También Gregorovius se la niega al Papa “del gran y frío intelecto”, pero por la misma razón podría cuestionar la atribución de los himnos de Corpus Christi, llenos de calidez y dulzura devocional, a la rigurosa mente escolática de Santo Tomás de Aquino. Sin embargo, hace referencia a un manuscrito del siglo XIV que contiene poemas de Jacopone en el que se le adjudica el Stabat. Los argumentos a favor de Jacopone no son satisfactorios. Mientras sus himnos, escritos en el dialecto de la Umbría son populares y merecen respeto, algunos de los himnos latinos que se le adscriben no son ciertamente suyos, y es dudoso que alguna vez escribiera alguno o algo mejor que imitaciones de himnos latinos.

 
Stabat Mater dolorosa
Iuxta crucem lacrimosa,
Dum pendebat filius.
Cuius animam gementem
Contristantem et dolentem
Pertransivit gladius.
O quam tristis et afflicta
Fuit illa benedicta
Mater unigeniti
Quae maerebat et dolebat.
Et tremebat, cum videbat
Nati poenas incliti.
Quis est homo qui non fleret,
Matrem Christi si videret
In tanto supplicio?
Quis non posset contristari,
Piam matrem contemplari
Dolentem cum filio?
Pro peccatis suae gentis
Jesum vidit in tormentis
Et flagellis subditum.
Vidit suum dulcem natum
Morientem desolatum
Dum emisit spiritum.
Eja mater fons amoris,
Me sentire vim doloris
Fac ut tecum lugeam.
Fac ut ardeat cor meum
In amando Christum Deum,
Ut sibi complaceam.
Sancta mater, istud agas,
Crucifixi fige plagas
Cordi meo valide.
Tui nati vulnerati
Iam dignati pro me pati,
Poenas mecum divide!
Fac me vere tecum flere,
Crucifixo condolere,
Donec ego vixero.
Juxta crucem tecum stare
Te libenter sociare
In planctu desidero.
Virgo virginum praeclara,
Mihi jam non sis amara,
Fac me tecum plangere.
Fac ut portem Christi mortem,
Passionis eius sortem
Et plagas recolere.
Fac me plagis vulnerari,
Cruce hac inebriari
Ob amorem filii,
Inflammatus et accensus,
Per te virgo sim defensus
In die judicii.
Fac me cruce custodiri,
Morte Christi praemuniri,
Confoveri gratia.
Quando corpus morietur
Fac ut animae donetur
Paradisi gloria. Amen.
La Madre piadosa estaba
junto a la cruz y lloraba
mientras el Hijo pendía.
Cuya alma, triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.
¡Oh, cuán triste y cuán aflicta
se vio la Madre bendita,
de tantos tormentos llena!
Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.
Y ¿cuál hombre no llorara,
si a la Madre contemplara
de Cristo, en tanto dolor?
Y ¿quién no se entristeciera,
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?
Por los pecados del mundo,
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado,
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.
¡Oh dulce fuente de amor!,
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.
Y, porque a amarle me anime,
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.
Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo.
Porque acompañar deseo
en la cruz, donde le veo,
tu corazón compasivo.
¡Virgen de vírgenes santas!,
llore ya con ansias tantas,
que el llanto dulce me sea.
Porque su pasión y muerte
tenga en mi alma, de suerte
que siempre sus penas vea.
Haz que su cruz me enamore
y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio.
Porque me inflame y encienda,
y contigo me defienda
en el día del juicio.
Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén.
Porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.
 

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DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA